sábado, 4 de abril de 2015

PLAYA VENTANAS


Media hora más allá de Pérez Zeledón la carretera comienza a bajar hacia el océano entre quebradas y verdes valles escondidos, con el aire cada vez más cargado de sal. Por último, en Dominical, encontramos el mar, de un azul suave y tímido. Seguimos la costa hacia el sureste hasta dar con playa Ventanas, casi en el límite del Parque Nacional Marino Ballena.






Tiene, en efecto, dos ventanas u oquedades en un lateral  por las que el mar perfora el cabo rocoso e irrumpe en su protegido rincón proyectando espuma, bufidos y a veces penachos de vapor  sobre los expectantes bañistas.





Disfrutamos varias horas de esta playa que parece una dentellada del océano a la espesa selva litoral. Nos bañamos repetidamente en sus aguas tibias y pujantes, corremos varias veces de un extremo al otro con Haika, la perra de Coral y Jorge, y descansamos a la sombra del denso palmeral que la arropa, sentados en un grueso tronco.





Es nuestra despedida del Pacífico. Adiós, mar amigo. ¡Sueles quedar tan lejos de nosotros!.


2 comentarios:

  1. Querido Juan Ignacio:

    Este viaje, el mar, las sugerentes fotografías y las poéticas palabras sobre las sensaciones vividas me llevan a ese punto en el cual parece que el tiempo y el espacio realmente desaparecen. Es increíble, pero yo sé de un profe que así me lo enseñó, la mente es tan prodigiosa que nos puede hacer viajar de formas poco convencionales. Hasta ahí he llegado yo en un sutil vuelo, qué cálido el Pacífico.

    Muchas gracias, un beso muy fuerte, qué alegría tan grande saludarte.

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  2. Gracias, Elena. Ya sabes que el Yoga también ayuda a desarrollar la imaginación, la capacidad de visualizar escenarios novedosos, como muchas otras facultades mentales. Fuertes besos.

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