viernes, 1 de febrero de 2019

PREFIERO LA CALIDAD

¿Cantidad o calidad?. Teniendo la cantidad mínima suficiente para todo lo indispensable o simplemente necesario, prefiero la calidad. Es más agradable y refinada, más estética y más próxima a la esencia de las cosas. Pero el yo individual y el yo colectivo se pirran por la cantidad, se nutren vorazmente de ella y nunca tienen bastante. El sistema capitalista y patriarcal que ceban actualmente depende del crecimiento infinito y del desarrollo ilimitado para subsistir. Más y más P.I.B. Más y más producción y competitividad. Más y más consumo. Más y más de todo. Siempre más y más... en un planeta finito y por completo insignificante visto simplemente desde Marte. Una mota de polvo que ya no tolera cantidades mayores de saqueo y explotación a largo plazo. Absurdo, realmente absurdo. El más y más y más empezará a convertirse en menos y menos y menos a no mucho tardar. El diésel, por ejemplo, ya recula. Su volumen de producción disminuye inexorablemente. Y quieren apartar de su consumo a centenares de millones de coches privados en todo el mundo para dejárselo a los vehículos industriales, maquinaria pesada, aviones, barcos, acerías, cementeras, fábricas diversas, autocares, camiones, furgonetas de reparto, etc... Con el ridículo pretexto de que contamina mucho el medio ambiente. Como si no supieran desde hace veinte años lo que contamina y les hubiera importado alguna vez un carajo. Pero, claro, los medios tienen prohibido admitir públicamente que el diésel va para atrás, igual que la gasolina dentro de unos años, y el queroseno de los transportes aéreos, y el uranio, y hasta el gas natural a la vuelta de una década o década y media. La propaganda y la desinformación del B.A.U. (business as usual) jamás dirán a sus frenéticos y voraces consumidores que el festín se acaba. Disfrazarán los hechos hasta el final con toda suerte de mentiras, medias verdades, infundios y triquiñuelas mediáticas. Así que no creo que la mayor cantidad energética y material tenga ya demasiado porvenir. Pero incluso muchos críticos del Sistema y los tenaces partidarios del ecologismo a ultranza que predican el decrecimiento como fórmula de regreso a la antigua y quimérica Arcadia se equivocan en montones de cosas. Por ejemplo, en afirmar que, junto con el declive de los recursos aludidos más arriba, disminuirá inevitablemente la complejidad de nuestra sociedad. Y plantean esto como una verdadera ley universal, como una sentencia sin vuelta de hoja, cuando, en realidad, depende de ciertos factores. También ellos enfocan la complejidad como un asunto más de cantidad. Pero comparto la opinión de Edgar Morín, Eduardo García Díaz y otros al respecto que analiza la complejidad evolutiva en términos de calidad porque, ya lo he dicho antes, la prefiero a la cantidad. Explicaré el por qué en el próximo artículo.

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