Antes de que acabe el mes la temperatura media de la Tierra superará en 1,24 grados centígrados la que había a mediados del siglo XVIII. Hay 420 partes por millón de CO2 en la atmósfera. Las emisiones de metano y dióxido de azufre crecen rápidamente y los océanos suben ya 4 mm. cada año. Los casquetes helados de Groenlandia y la Antártida Occidental se derriten a ojos vista vertiendo al mar cantidades ingentes de agua dulce y disminuyendo sin cesar el efecto albedo, detalle este último que también acontece masivamente en torno a ambos polos. Las selvas amazónicas, indonesias y ecuatoriales de África se consumen velozmente en incendios de sexta generación, muy difíciles de extinguir, y las pesquerías de medio mundo boquean de puro famélicas. El permafrost ártico sigue avivando sus propias emanaciones de efecto invernadero y los sumideros naturales del planeta se taponan progresivamente. La corriente termohalina, por su parte, se debilita sin prisa pero sin pausa, y los bosques continentales absorben cada vez menos gases contaminantes. Los fenómenos climáticos son más extremos de día en día y ya afectan a la mayor parte de la superficie terrestre: sequías muy prolongadas, lluvias torrenciales que desatan inundaciones por doquier y gigantescos corrimientos de tierras, olas de frío inusitado y de calor insoportable, vientos huracanados incluso en el Mediterráneo, nevadas de varios metros en latitudes muy bajas, temperaturas de casi 50 grados en latitudes altísimas, Siberia generando sus propios fuegos durante meses y meses... En cuanto a recursos materiales y de energía, cunde la escasez de plásticos, microchips, aluminio, cobre, madera y metales raros. El tercer y cuarto mundos sufren ya de lleno los recortes de diésel, petróleo convencional y carbón. El gas natural y el uranio para centrales nucleares, al acercarse a sus respectivos picos, disparan sus precios internacionales y restringen las exportaciones de sus países productores, provocando peligrosas tensiones geopolíticas. La electricidad va camino de convertirse en un bien lujoso al alcance de cada vez menos consumidores. Las pandemias se multiplican y se agravan desde principios de siglo y Covid 19, en particular, parece querer eternizarse. Signos todos ellos inequívocos de que ya nos hemos adentrado de lleno en la Era de las Consecuencias.
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