Me habría gustado conocer en persona a los grandes divulgadores de la Ciencia: Isaac Asimov, Carl Sagan, Lynn Margulis, Brian Greene, Douglas Hofstadter, Michio Kaku, Lee Smolin, Roger Penrose, Lisa Randall, Paul Davies, y tantos y tantos otros. La otra tarde se me presentó al fin la oportunidad. El Círculo de Bellas Artes de Madrid organizó la Bienal Arte y Ciencia para explorar el posible entrelazamiento de esos dos mundos vía Mecánica Cuántica, e invitó a uno de los debates a Carlo Rovelli, el más grande de todos ellos en mi opinión. Decidí asistir, ilusionado. Me encontré casualmente a Carlo en las escalinatas en espiral que dan acceso al teatro Fernando de Rojas del Círculo e intercambiamos unas palabras en inglés. Es un tipo sencillo, humilde y simpático que se ha afincado recientemente en Madrid por razones sentimentales y también profesionales, pues afirma que en nuestra ciudad reside el más nutrido equipo de investigación en gravedad cuántica de todo el planeta. Rovelli es autor de la moderna interpretación relacional de la Mecánica Cuántica y uno de los fundadores de la Teoría de la Gravedad Cuántica de Bucles que compite con la Teoría de Cuerdas de Edward Witten por ver cuál se lleva finalmente el gato al agua del descubrimiento de la realidad más profunda del Microcosmos hasta el momento. En su debate, en inglés, con otros científicos de Madrid y Barcelona (éstos por videoconferencia), Carlo Rovelli destacó las continuas interacciones en su trabajo investigador de la imaginación poética y la sensibilidad artística con los requerimientos de la estricta lógica matemática. Sus libros de divulgación al público profano de los misterios de la Ciencia nos llegan impregnados de un lirismo que he vuelto a hallar hace unas horas en el maravilloso violín de la alemana Valerie Steenken y en el piano de Ricardo Alí Álvarez interpretando, en vivo y en directo, obras de Richard Strauss, Arvo Part y Manuel Ponce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario