Muchos climatólogos han caído en la depresión, algunos incluso de forma permanente, ante el cariz tomado por la crisis medioambiental. Saben lo suficiente para temerse lo peor, piensan sobre todo en sus hijos y nietos. y los sentimientos y emociones al respecto pesan mucho. Aun así no me parece una buena estrategia existencial. Son científicos y, en mi opinión, les convendría dar primacía a la racionalidad, tan escasa en el planeta. Que esto ya está liquidado, que sólo es cuestión de tiempo, resulta obvio incluso para algunos que no pertenecemos a su gremio y conocemos bastante menos el paño. Mas, por favor, seamos prácticos y preguntémonos qué tenemos cada uno por delante, qué nos queda por hacer. En mi caso particular la respuesta es simple; ya la he expuesto algunas veces pero creo necesario repetirla: disfrutar de todos los dones que la vida aún quiera ofrecernos con intensidad y procurar compartirlos con los demás en la mayor medida posible, sin pensar enfermizamente en el porvenir. Porque me da que no hay ya futuro a largo plazo para ningún/a homo sapiens. Innumerables especies biológicas se han extinguido ya por muy diversos motivos. ¿Por qué tendría que ser la nuestra diferente?. ¿Por nuestros presuntos logros culturales, filosóficos, espirituales, científicos y tecnológicos? Ja, todo esto es irrelevante para la Naturaleza; y nos hemos alejado demasiado de ella; mucho peor todavía: la hemos masacrado a lo largo, ancho y hondo de la Tierra. Ahora, como es natural, estamos empezando a pagar su horrenda factura.
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