sábado, 26 de noviembre de 2022

El Peñón de Ifach

 Se me corta la respiración

al llegar arriba

y hundirme con las rocas cimeras

en el azul insondable del cielo. 

Mi aliento queda suspendido

entre vastos horizontes marinos

el alegre vuelo de gaviotas

y el punzante relieve de crestas y acantilados,

perfiles cristalinos que me hieren de placer.

Se encabritan mis latidos

en un vértigo de sangre y fuego

al seguir con la vista asombrada

el salto al vacío de un parapente

a menos de tres pasos de mí.

Se me escapa el mudo ensueño

tras la blanca estela de un velero en la distancia

y el potente sol mediterráneo

borda entre mis hondas costuras

ribetes de seda y dulzor,

al tiempo que festonea

con madréporas y conchas

los transparentes fondos salados

que ondean allá abajo, a mis pies. 

Haber coronado este gran mojón litoral, 

no sin algún esfuerzo, 

es, para mí, cubrir un pequeño hito

en mis lejanos recuerdos de juventud,

que ahora vuelven, 

frescos y nostálgicos, 

con las fotos que Coral me envía, 

desde la playa anchurosa, 

del señero Peñón de Ifach. 


 

 


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