Las notas alegres de Brahms
de dos de sus Danzas Húngaras
arrancan al negro cielo de agosto
destellos de cálidos sueños
junto a la esbelta torre del reloj
en la pesada noche sin viento,
sin brisas siquiera que arrullar
con voces de ese público coral
que me rodea y que canta entre sonrisas abiertas,
sin el menor soplo de aire
que rozar al menos con dedos acariciantes,
en medio del festivo concierto
de la banda municipal
en la plaza mayor de El Tiemblo.
Noche de estrellas fugaces
que sólo se podrán ver después,
allende las luces del pueblo,
lejos, muy lejos ya de animados corrillos
que aún comentan los boleros, himnos y pasodobles
también y tan bien interpretados por los inspirados músicos.
Noche del ferragosto canicular
limpia ahora de pensamientos
entre las sombras del patio
ribeteado de plantas, flores y
espesas frondas,
cubierto por una parra
grávida de racimos
de unas uvas ya inminentes.
Noche de versos mecidos
por esas sombras vagarosas,
antesalas de una pronta inmersión
en nuevas honduras oníricas
que me aguardan entre las sábanas.
inspiradas reflexiones a las noches tembleñas, añadiré el crujir de los vuelos y el juego de las caderas bailando la saltarina jota tembleña
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