jueves, 11 de agosto de 2022

3°. LA ERA DE LAS CONSECUENCIAS

 Los nuevos datos sobre la Gran  Crisis Medioambiental siguen empeorando mucho las previsiones más pesimistas de la ONU y de las principales agencias internacionales. Las aguas del Mediterráneo se calientan hasta los 30°C en las costas españolas, algo mortal de necesidad para numerosas especies submarinas de fauna y flora. Los incendios brotan como setas por media Península Ibérica, suroeste de Francia y Grecia, y se muestran cada vez más obstinados. La sequía empieza a causar estragos en las reservas de agua embalsada y en las cosechas de verano. Más de un tercio de los habitantes de Latinoamérica y el Caribe sufre ya pobreza severa. Furiosos diluvios siembran el caos en varios países. Las instalaciones abandonadas en todo el globo  de extracción de petróleo y gas han roto el lecho submarino de tal modo que ingentes cantidades de metano escapan desde él a la atmósfera. Recordemos que este gas multiplica por 64 el efecto invernadero del dióxido de carbono a corto plazo y por 32 a largo plazo. Es posible que la Amazonía se haya convertido ya en emisor neto de ambos gases (si no está a punto de hacerlo) cuando los ha venido absorbiendo durante toda la Historia humana... En fin, la lista de destrozos en la Biosfera es interminable y aniquiladora. De resultas de ello, la Tierra, o lo que se denomina Sistema Tierra, también se ha convertido en emisor neto de gases de efecto invernadero desde hace dos o tres años, como mínimo. Cruzó, pues, su punto de no retorno global. Sus emanaciones se aceleran semana tras semana, mes a mes. Parece que nada puede detenerlo ya y cualquier  posible acción humana al respecto sería inútil para impedir la hecatombe general. Aún estamos a tiempo, por una década tal vez, de evitar, al menos, la extinción de homo sapiens. Y no, no habrá ciborgs que nos reemplacen. 

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