viernes, 7 de abril de 2017

ÁNGULOS CIEGOS

El otro día, paseando por el Retiro madrileño, descubrí un rincón triangular de cierta extensión que no había pisado nunca después de innumerables visitas al Parque y más de 68 años de vida.
"¿Cómo es posible?, me pregunté, extrañado-. Mira que no ocurrírseme jamás entrar por aquí". Casi no me lo podía creer.
Luego, reflexionando, comprendí que las pautas fijas, las acciones cotidianas siempre iguales, llenan gran parte de nuestra vida, y además tienen ángulos ciegos que no solemos ver, como en el sistema de espejos en los coches, zonas de la realidad, tanto interna como externa, que se nos escapan irremediablemente, a veces durante toda nuestra existencia.
Sufrimos ángulos ciegos con la pareja, áreas de su físico y de su personalidad que a estas alturas todavía ignoramos; con la familia, los amigos, el trabajo, la parcela o colonia en que vivimos, la sociedad, la cultura, la política, la ciencia...¡Nos perdemos tantas cosas en tantos ámbitos diferentes!.
Pero la otra mañana fui capaz de rescatar un trozo de escenario vital con visos de ir a escapárseme para siempre. Y eso me puso contento. ¡Cómo saboreé mis pasos por esos desconocidos y hermosos vericuetos del Retiro!. Lo hice con particular fruición.
Algo salvé temporalmente de la nada.

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