martes, 5 de enero de 2016

VIDAS AL LÍMITE

                Nanga Parbat, 8.125 metros de altitud.

Acometen aventuras extremas por la pasión que sienten de ir más allá, por la curiosidad de descubrir nuevos aspectos de lo desconocido y adentrarse en el misterio, por el deseo de probarse a sí mismos y ampliar sus horizontes sin cesar. Porque los desafíos, simplemente están ahí, y ellos ceden al impulso de abordarlos. Son vidas al límite.
Uno de esos personajes es Reinhold Messner, el primer ser humano en coronar los catorce ochomiles que se alzan en el Himalaya y el Karakorum. En su libro "Vida de un superviviente", editorial Desnivel, narra algunas de sus extraordinarias experiencias, tejidas de entusiasmo, fuerza y resistencia físicas, gran capacidad de sufrimiento y esa pasión que mencionaba al principio como motor fundamental de sus acciones. Cruzó la Antártida con un compañero, tirando penosamente de un trineo, en 92 días, a lo largo de 4.600 kms. de feroces ventiscas, cuchillas de hielo buscando sus gargantas y temperaturas de hasta 50 grados centígrados bajo cero. Atravesó igualmente Groenlandia, el desierto del Gobi (2.000 kms. de este a oeste), el Sáhara, la banquisa de hielo sobre el Océano Glacial Ártico y el remoto altiplano de Nueva Guinea, entre otras muchas aventuras.
Al descender del Nanga Parbat por la vertiente Diamir perdió de vista a su hermano Gunther, sepultado por una avalancha. Sin fuerzas para excavar el hielo en su busca, sólo pudo arrastrarse y reptar a cuatro manos glaciar abajo, delirando pesadillas de muerte, hasta que lo hallaron unos pastores de yaks.
Messner, gran asiduo de los Dolomitas, reivindica la pureza del alpinismo clásico, trasladada luego forzosamente al himalayismo por sufrir la amputación de varios dedos congelados de los pies. Subió al Everest, al Annapurna, al K2, al Lothse, al Makalu, a todos los ochomiles, sin oxígeno ni anclajes de expansión, sin cobertura electrónica de ningún tipo ni previsión del tiempo por satélite; a menudo en solitario o con un compañero, sin campamentos de altura, ni equipos que no pudiese transportar él mismo, ni porteadores sherpas. A pecho descubierto, vaya. Montañismo en estado puro.

                       K2 (8.611 metros de altitud).

Reinhold Messner ha sido y sigue siendo en cierta medida a sus casi 72 años una fuerza de la naturaleza. Basándose en toda su experiencia con ella, nos aconseja que dejemos de tratarla con la misma arrogancia de los últimos 200 años porque, afirma:
"La Naturaleza es implacable con quien se atreve a despreciarla demasiado tiempo".
Otra vida al límite fue Petit, quien caminó sobre una cuerda floja tendida entre las dos torres neoyorquinas del World Trade Center, a lo largo de 42 metros y a una altura de 412 metros del suelo, en agosto de 1974; hazaña relatada de modo escalofriante por la película "El desafío" (The Wall), de Robert Zemeckis. Quien no sufra de excesivo vértigo puede verla... aunque no todo el tiempo de la travesía.


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