miércoles, 27 de enero de 2016

UNA CHINA EN EL ZAPATO


Autopistas de ocho carriles por sentido en zonas desérticas, miles de kilómetros de vías de alta velocidad ferroviaria en tierras casi despobladas, decenas de aeropuertos fantasmas al estilo de los nuestros de Ciudad Real, Castellón y Vitoria, megaestructuras gigantes de todo tipo con apenas usuarios, grandes ciudades construidas en la nada con muchos menos habitantes que ratas y murciélagos, colosales burbujas inmobiliarias, financieras y de stocks de productos a punto ya de reventar, deudas exorbitantes camufladas entre los pliegues de numerosos gobiernos locales y regionales, amén del Central... China se ha convertido en otra bomba de relojería que añadir a las ya clásicas del peak oil y el cambio climático. Nuestra particular china en el zapato.
Su actual capacidad de producción es desmesurada y tiene que ser desmontada en parte con unos costes abrumadores, el valor añadido de sus manufacturas y servicios es bajo, su sobreoferta de trabajo se volverá pronto insostenible, en cuanto la robótica y la automatización empiecen a hacer de las suyas, la rigidez de sus estructuras políticas no puede seguir el dinamismo de estos tiempos y la prevista descarbonización de su economía hará imposible cualquier balance equilibrado de la misma.
Y aún falta añadir a esta ruinosa ecuación el monumental deterioro ecológico, la contaminación rampante, la crisis sanitaria en ciernes a consecuencia de ambas, la corrupción generalizada, y su nuevo rol de gran potencia militar con ambiciones planetarias e inasumibles presupuestos de defensa.
Esta china en el zapato ya nos está haciendo cojear. Y pronto nos obligará a usar calzado ortopédico de urgencia.

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