sábado, 5 de diciembre de 2015
LENTE DEFORMADA
Varios espejos cóncavos colocados en el antiguo Callejón del Gato, en el Madrid de los Borbones, traducían la fiel realidad de fachadas y transeúntes en imágenes grotescas, ridículas y estrafalarias, al decir de Valle-Inclán, prodigioso escritor que tanta huella literaria ha dejado en mí. Según él, la matemática perfecta, la geometría singular de dichos espejos, daba el esperpento, género elevado por su pluma a la categoría de mito, resumen de la España de principios del siglo XX en su visión particular.
Ahora bien, ¿la realidad es deformada por los espejos cóncavos?. ¿O la realidad ya deformada en sí es corregida o compensada por esos prismas de cristal, dando al final una representación fiel y auténtica?. Yo creo que son ambas cosas, si bien predomina con mucho la primera.
La mente del ser humano corriente es esa lente deformada que convierte nuestro vivir cotidiano en una farsa tragicómica y un melodrama barato, en un verdadero esperpento que, hoy día, seguiría haciendo las delicias del mejor Valle-Inclán. ¡Qué nuevo Ruedo Ibérico podría escribir con el espectáculo de este pobre y grotesco país dispuesto a votar de nuevo masivamente a unos partidos políticos que han pasado por alto numerosos casos de corrupción entre sus filas o, en el mejor de los casos, los han tratado tibiamente, con una comprensión más que sospechosa!.
Nuestra lente mental deformada nos hace percibir la realidad de un modo enteramente distorsionado y la convierte en el espejismo de un desierto donde nos extraviamos sin remedio a cada momento, cerca, cada vez más cerca, de la cortada que pondrá colofón a nuestra historia.
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