La sombra del Everest también es muy alargada, llega hasta el último rincón del mundo y seduce la imaginación de millones de montañeros que sueñan con pisar algún día su helada cumbre, a 8.848 metros sobre el nivel del mar: el techo del planeta.
Pero su último tramo no es apto para el ser humano que "empieza a morir nada más hollarlo y sólo podrá salvarse si lo abandona a tiempo", en palabras de un personaje médico del film "Everest", que se proyecta actualmente en las pantallas madrileñas. En efecto, se asegura que unos 200 cadáveres jalonan el lomo de esta montaña. Parece que nunca serán rescatados. Otro personaje afirma, pensativo, que no es el escalador quien tiene ahí la última palabra sobre su vida o su muerte sino el coloso de roca y hielo.
Allí arriba apenas hay oxígeno respirable, todo es resbaladizo sobre abismos de vértigo, los glaciares ocultan grietas insondables y, cuando la tormenta se desata, muchas veces repentinamente, vientos punzantes de hasta 200 kilómetros por hora te barren de un agarre providencial o te despeñan con facilidad, al tiempo que desgarran tu carne con astillas de hielo
La película refleja con realismo las durísimas condiciones en que se desenvuelven los expedicionarios, suministra grandes dosis de emoción y suspense, y aporta evidencias acerca de lo compleja y peligrosa que es la psique humana, especialmente en situaciones límite. También nos deleita la vista con unas tomas espléndidas de esas alturas que suelen estar fuera de nuestro alcance directo pero no de nuestra fantasía aventurera.
El relato esta contado en clave de reality show, y se basa en hechos reales.....demasiado sufrimiento....
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