El grupo de baile Arte y Compás desgrana sobre el escenario alzado en la plaza de toros de El Tiemblo, Ávila, España, su laborioso aprendizaje del flamenco con aseadas maneras y deseos de seguir progresando.
De pronto, aparece bajo los focos una invitada del cuadro, de nombre Isabel, desconocida del público, que despliega sobre una silla, con mimo, su manto exquisitamente bordado de flores, y luego hace saltar la danza a otra dimensión. Con empaque, desgarro y una pasión que me hace recordar vagamente a Luisa Linares, dibuja ante nuestra mirada el prodigio del duende mediante el pincel ondulante, etéreo, crispado o retorcido de su cuerpo, al compás de la guitarra y el cante, hechos puro sentimiento, de Carlos Piqueras. Y lo que venía siendo una velada humilde y entretenida se convirtió en una rosa estival sobre el fondo de la noche.
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