Eso se preguntaba Anaximandro de Mileto en el siglo VI a.c., nada convencido de la teoría entonces vigente según la cual nuestro mundo se apoyaba sobre otro plano de tierra infinito. Su fabulosa intuición acabó sugiriéndole que el cielo sobre nuestras cabezas también pasaba por debajo, que, en definitiva, la Tierra flotaba en el espacio, sin poder caer por su peso hacia ningún sitio porque ahí no existe dirección alguna de referencia. Éste y otros hallazgos de la mente de Anaximandro los desarrolla Carlo Rovelli en su espléndido libro "El nacimiento del pensamiento científico", una amena exposición que demuestra por qué dicho pensamiento es la mejor forma de conocimiento inventada por la Humanidad hasta ahora, a pesar de ser tan denostada por las corrientes de superstición que dominan y manipulan hoy día la opinión pública mundial. Rovelli, físico teórico, es el epítome de la buena divulgación científica, además de cocreador de la Teoría de Gravedad Cuántica de Bucles y principal introductor de la versión relacional de la Mecánica Cuántica.
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