viernes, 18 de septiembre de 2020

LA VERDAD NO ES NEGOCIO

 La verdad no vende, no es rentable porque interesa a muy pocos. No hay, pues, mercado. Nos basta y sobra con "nuestra" verdad porque sabemos fabricarla a la medida de nuestros deseos, ilusiones, intereses y expectativas. No necesitamos en absoluto la llamada verdad objetiva o realidad auténtica. Ni siquiera podemos estar seguros de su existencia, salvo la muerte, a la que por eso precisamente tememos de forma obsesiva. ¿Quién echa hoy de menos la verdad, cuando disponemos de un amplio y variado muestrario de realidades virtuales, hechos alternativos, noticias falsas, hipótesis y conjeturas a la carta?. ¿Quién pretende descubrir la verdad en labios, escritos o imágenes de otros, cuando nosotros ya lo conocemos todo ?. ¿Quién aprecia hoy en día a esa pequeña parte de la Ciencia que todavía parece ser  independiente y legal?  No es preciso escuchar atentamente a nadie ni leer con detenimiento ni observar intensamente porque no hay nada nuevo que aprender.  Con razón pisamos la palabra a alguien continuamente y cambiamos de texto al cabo de nueve segundos en promedio  Hasta sabemos en qué consiste el más allá y lo que nos aguarda tras el último suspiro. Da igual que ese futuro de ultratumba no coincida ni por asomo con el de otros colegas. El nuestro es el que vale porque, sin duda, estamos en lo cierto. Lo garantiza nuestra personal interpretación de la religión, la espiritualidad, el agnosticismo, el ateísmo, la filosofía, la ideología de turno o, simplemente, nuestra particular conveniencia. Damos cancha a quienes comulgan devotamente con nuestras ideas, creencias, enfoques o análisis de cualquier tema, y a nadie más, porque tienen el mérito de reconocer y reconfirmar nuestra inigualable sabiduría. Seguimos exclusivamente los medios de comunicación que nos hacen eco y son nuestros dobles. ¿Para qué perder el tiempo con los demás, sobre todo con esos cenizos, catastrofistas y apocalípticos que parecen recrearse morbosamente en un porvenir colectivo de pesadilla?. Con gran habilidad miramos hacia otro lado nueve veces de cada diez y sólo nos fijamos en lo que nos levanta el ánimo y mantiene abiertos nuestros horizontes. Es muy humano. Y nosotros tenemos cada vez más humanidad y libre albedrío porque así nos gusta sentirlo.

No intente usted hacer negocios con la verdad: sería ruinoso; hágalos con las fake news, con ingeniosos bulos y chismorreos diestramente difundidos por las redes sociales y los think-thank más resultones. Porque una mentira repetida suficientes veces, en los mentideros públicos o en la propia sesera, acaba convirtiéndose en verdad, o sea, "nuestra" verdad.  


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