jueves, 6 de julio de 2017

POEMAS DE VIENTO Y DE AGUA

Ella me dice: "No temo a la muerte
ni al libre fluir de las aguas del tiempo.
No me asustan los saltos vertiginosos
ni los abismos abiertos
en el nudo de mis entrañas.
No me arredran los misterios sin apelación
ni tampoco los enigmas cifrados
en aquella sonrisa de la Esfinge
retorcida por el siroco.
Me aterran, en cambio, los espinos
escondidos en siniestros meandros,
las vías, tubos y sondas de hospital
horadándome la piel
y desecando mis pobres mucosas,
las palabras protocolarias
de médicos y enfermeras
que nada significan
y menos todavía logran ocultar.
No quiero, pues, dispensarios,
ambulatorios, quirófanos
ni hospitales.
Deseo una muerte digna y humana
cuando me tenga que llegar".
Yo asiento con la cabeza,
le cojo un instante la mano
y musito quedo:
"Soy de tu parecer y, en su momento,
pienso hacer igual".



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Suena la tierna guitarra
con ecos de luna y sombra,
y sentado en el albero de la plaza
veo a Venus suspirar
entre resplandores de ocaso
sobre la línea quebrada de los montes
que ya se visten de noche.
Suena la tierna guitarra
transida de pena y nostalgia,
mientras padre e hija componen sobre las tablas
sus siluetas ondulantes,
sus brazos de llama y nieve,
sus manos abiertas en flor
y sus raudos taconeos
que labran surcos en mi alma
de puro baile flamenco.
¡Qué hermosas estampas
sazonadas por el cante singular de Piqueras,
todo fuego, resoles y abrojos!.
¡Qué belleza de niña rubia,
niña de oro, brocales y rosas!.
¡Qué gallarda la figura
de su maduro progenitor,
un vendaval de pasión
entre bulerías, soleares y fandangos!.
Mirabrá se llama el grupo,
y por El Tiemblo pasó,
recién estrenado Julio,
dejando un reguero de entusiasmo,
un viento que nada calma,
y una ola de tronío
que sólo el Gran Arte alcanza.

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