viernes, 13 de enero de 2017

EL DISCRETO ENCANTO DE LA MENTIRA










En un mundo gangrenado hasta el tuétano por el cinismo, la hipocresía y la doble moral, la mentira puede convertirse en un dulce consuelo,especialmente tras una hecatombe como la I Guerra Mundial. Nada más terminar el conflicto bélico, Maurice Rostand hizo alusión a él en su novela "El hombre al que maté", donde un joven francés emprende viaje para solicitar el perdón de la familia del soldado alemán que fue víctima suya en las trincheras, pero no acaba de decirles la verdad...El gran Ernst Lubitsch se basó en la obra para dirigir su película "Remordimiento", en 1931. Ahora el cineasta François Ozon ha hecho su versión particular, ¨Frantz", con un toque más grave y meditativo, en un blanco y negro salpicado a trechos por colores melancólicos de tonos sepia. Ozon convierte nuestra mentira consoladora en el eje del argumento,manejado por su personaje femenino, Anna, con una finura y discreción realmente encantadoras. Y los padres ancianos del muchacho asesinado, todavía sumidos en el duelo, responden poco a poco a las mieles de esa bienintencionada falsedad con una sonrisa creciente y un nuevo brote de sus corazones.
Película de miradas elocuentes, gestos suaves y maneras corteses y hospitalarias, que combina sabiamente las profundidades del alma con la elegancia que sólo puede crear la delicadeza natural. Una cinta sensible, tan poco frecuente en pantalla como los paladares capaces de saborearla. Ha sido un fracaso de taquilla en España, no sé en otros países.
















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