Algo extraño sucede en el Océano Austral que rodea la Antártida y el Polo Sur. Desde hace muchos siglos, sus aguas superficiales cargadas de sal y calor capturan el CO2 de la atmósfera y se hunden con él a grandes profundidades, dejándolo secuestrado allí permanentemente. Por contra, ascienden en su lugar aguas menos saladas y muy frías que fomentan la expansión del hielo marino por muchos millones de kilómetros cuadrados... Bueno, esto ocurría hasta el año 2015. En la última década el proceso se ha invertido por completo y el mar está devolviendo a la atmósfera el anhídrido carbónico que le fue quitando metódicamente. ¿A qué ritmo?. ¿En qué cantidades?. Tal vez sea preferible no enterarse. Total, ya... De momento, la extensión del hielo marino antártico se ha reducido en más de tres millones de kilómetros cuadrados y toda la circulación oceánica y atmosférica del planeta ha sufrido grandes alteraciones.
El Mediterráneo, por su parte, carga sus pilas con la tremenda energía térmica de 3°C por encima de lo normal de sus aguas superficiales (hasta 5°C en algunos sectores) y con mucha mayor cantidad de agua evaporada y luego precipitable, a veces en trombas aniquiladoras. Nuestro querido Mare Nostrum ya está rifando, pues, sus próximas danas por toda la cuenca. ¿A qué ciudades o pueblos españoles les tocará?. ¿Al litoral murciano, a Alicante, a Castellón, a Barcelona, a Cadaqués?. Averigua tú.
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